La autenticidad está en vía de extinción

Comparte este post con tus amigos
que es autentico

A veces siento que no pertenezco a ningún lugar, es una sensación extraña, pareciera que muchas de las cosas que ocurren a mi alrededor no tuvieran que ver conmigo, pero al mismo tiempo todo tiene que ver.

Tal vez puede sonar que estoy loco, y sí, un tanto loco sí tengo que estar.

Hay días en los que esa sensación de no pertenecer es mucho más fuerte, voy remando contra la corriente, no me identifico con ningún grupo social, tampoco pertenezco a ninguna tribu urbana.

Cuando me encuentro en eventos y reuniones sociales me siento más extraño aún, sobre todo en ese momento en el que me veo rodeado de personas que parecen más bien sacadas de una serie de televisión.

Porque hoy en día muchas personas van por ahí aparentando lo que no son y diciendo lo que no piensan, todo porque están metidas en un papel para quedar bien y agradar a todo el que se cruza en su camino. Clic para tuitear

Porque hoy en día muchas personas van por ahí aparentando lo que no son y diciendo lo que no piensan, todo porque están metidas en un papel para quedar bien y agradar a todo el que se cruza en su camino.

Es una necesidad insaciable de aceptación social, una enfermedad que carcome la conciencia de muchos por ahí.

Pareciera que el usar una máscara es la mejor opción a la hora de encajar socialmente, poco se valora la autenticidad.

¿Pero realmente encajas cuando estás mostrando un personaje que realmente no eres?

Particularmente, me gusta tratar con personas auténticas, con gente que ríe, llora, tiene días buenos y otros no tanto.

Personas que tienen una posición y la defienden, personas que no se esfuerzan por caer bien, ese magnetismo que genera la autenticidad, pero que al mismo tiempo molesta a algunos más.

Admiro aquellos que defienden sus ideas porque están profundamente arraigadas en sus valores.

Personas que no se dejan llevar por la corriente ni por lo que dicen sus familiares y amigos, que tienen una opinión propia, la justifican y la defienden.

Pero pareciera que gran parte de la gente se la pasa fingiendo lo que no es, dejándose arrastrar por la corriente, fingiendo tener una vida maravillosa, fingiendo que todo está bien y nada les afecta. Cuando todo está lejos de ser… Clic para tuitear

Pero pareciera que gran parte de la gente se la pasa fingiendo lo que no es, dejándose arrastrar por la corriente, fingiendo tener una vida maravillosa, fingiendo que todo está bien y nada les afecta. Cuando todo está lejos de ser así.

¿Y sabes por qué ocurre esto?

Porque es más fácil dejarte llevar por la corriente de una sociedad que ponerte en contra de ello.

Es por eso que, cuando trato con personas que viven más del qué dirán y las apariencias, en ese momento, me doy cuenta que no pertenezco a ese lugar.

Admito que tengo una forma de ser bien radical, para mí es muy difícil fingir estados de ánimo en los cuales no estoy.

Por ejemplo, si estoy de mal genio, por más que quiera poner cara de oso panda, me es imposible.

Así mismo, es muy difícil pretender que alguien me cae bien, cuando realmente no es así.

Tal vez esto está lejos de ser emocionalmente inteligente, o tal vez estoy muy cerca de ser un completo antisocial.

Lo cierto es que desde muy joven me he dado cuenta que la diplomacia no es precisamente lo mío.

Y eso está bien, aprendí a convivir con ello y me acepto tal cual.

Que esto me ha traído muchos problemas, pues sí, no ha sido nada fácil.

Entiendo que todos los seres humanos podemos transformar nuestra realidad, pero es imposible cambiar nuestra esencia.

Ya hice las paces con ello y por eso me permito ser.

Simplemente ser, sin adornos.

¿Qué si esto me afecta?

Claro que me afecta, porque la vida es mucho más fácil para aquellos que pueden fingir, aquellos que pueden estar partiéndose a pedazos por dentro y aún así tener una sonrisa para quienes los rodean.

Ahora, que si me preguntas qué es mejor, si fingir estar bien o mostrarte con tu dolor cuando no estás bien.

Pues, te invito a que miremos a ver que resulta de esto.

Gran parte de la responsabilidad de lo que hoy somos es la consecuencia de las enseñanzas que recibimos cuando éramos niños y adolescentes.

Si desde pequeño tuviste como ejemplo que fingir ‘estar bien’ era una opción, nadie te puede culpar por hacer lo mismo hoy en día.

Pero ¿Por qué está tan mal visto el estar triste o estar mal?

¿Por qué está mal visto el no sentirte a gusto con la situación que estás viviendo o el lugar en el que estás?

¿Por qué está mal visto expresar abiertamente lo que eres, sientes y piensas?

Qué bueno sería que todos pudiéramos ser, eso, simplemente ser.

Sin necesidad de querer mostrar lo que no somos, ser sin necesidad de tener que aparentar para caer bien, sin necesidad de defender ideas políticas con las cuales sabemos que no estamos de acuerdo.

Qué lindo sería el mundo si todas las personas mostráramos un poco más nuestra esencia. Clic para tuitear

Qué lindo sería el mundo si todas las personas mostráramos un poco más nuestra esencia.

Esa esencia que nos hace únicos.

Pero en el afán de fingir, terminamos copiando lo que hacen y dicen otros.

Tal vez porque, lo que realmente importa es encajar.

Todo es mucho más fácil para quien piensa y actúa como los demás, jamás tendrá que remar contra la corriente.

Ese personaje siempre será socialmente aceptado, porque se mimetizó con la mayoría.

Todo porque nuestro cerebro, en busca de hacer todo un poco más fácil, se adapta a las tendencias y corrientes para encajar, para no padecer el estrés de pensar un tanto diferente a como lo hacen nuestros familiares y amigos.

¿Por qué crees que los integrantes de una familia casi siempre tienen una misma ideología política?

¿Por qué crees que hay grupos de amigos que visten todos igual?

Pareciera que nos adaptamos a una tendencia y ahí nos quedamos, todo esto para no hacer el esfuerzo de tener que defender nuestro punto de vista frente a los demás.

Aquí te quiero contar una historia de algo que me ocurrió hace poco.

Hace unos días pude observar una situación bien particular.

Vivo muy cerca de un gran parque en el cual se reúnen grupos de personas para hacer deporte, yoga, celebraciones y demás.

Hace unas semanas, pude ver que en este parque había muchísimos jóvenes, entre los 13 y 20 años, más o menos.

Muchos, muchos, era un río de adolescentes que no paraba de moverse.

Cientos de personas que se unían para hacer exactamente las mismas dos actividades.

Unos estaban rapeando, digo yo, aunque puede ser que el término exacto sea ‘trapeando’ por aquello de que está muy de moda el ‘Trap’ como género musical.

La escena era la misma una y otra vez, grupos de jóvenes con un amplificador de sonido y un micrófono, una pista y todos ellos improvisando.

Hasta ahí todo perfecto, prefiero que los pelaos estén cantando a que se la pasen consumiendo drogas.

Sin embargo, todos hacían exactamente lo mismo, se vestían prácticamente igual, hasta caminaban al mismo ritmo.

Por otro lado, ese mismo día en el parque, había grupos de jóvenes tomando fotografías.

En el caso de los grupos de fotografía, todos los jóvenes se la pasaban tomando y tomando muchas fotos desde cualquier cantidad de ángulos.

También me parece fantástico que los jóvenes estén tomando fotografías en lugar de estar consumiendo drogas.

Pero el caso es otro.

Después de investigar, me doy cuenta que estas tribus urbanas no son un simple hecho aleatorio que me encontré ese día.

Son cientos de miles de jóvenes que se unen para hacer este tipo de actividades, no solo en Bogotá, sino también, en muchas ciudades del mundo.

Admito que me parece genial que hoy en día existe una nueva posibilidad para los adolescentes de expresar sus dotes artísticos frente al mundo.

¿Pero justamente todos quieren ser cantantes de trap y fotógrafos?

¿No existe otra opción que los apasione?

Detrás de ello veo algo que me entristece un poco.

Pareciera que las nuevas generaciones están perdiendo la capacidad de ser originales. Clic para tuitear

Pareciera que las nuevas generaciones están perdiendo la capacidad de ser originales.

Esa capacidad que tenemos los seres humanos para ser diferentes al resto, dedicarnos a una labor que nos haga particularmente buenos y poder sobresalir en algo.

Esa pasión que cada quien lleva dentro, no necesariamente tiene que ser la misma pasión del amigo o el vecino.

Hay millones de jóvenes haciendo exactamente lo mismo, cantando, queriendo ser el mejor fotógrafo, queriendo mostrar el mejor cuerpo.

¿Pero no se dan cuenta que entre tantos cientos de miles haciendo lo mismo es casi imposible sobresalir?

No necesariamente porque todos los seres humanos quieran reconocimiento, eso lo tengo claro, hay muchas personas que simplemente quieren dedicarse a una labor y no buscan reconocimiento.

Pero lo que sí veo, en muchos de estos jóvenes, es que hay una sensación de pretender ganar fama y dinero muy rápido, es como si todos buscaran ese golpe de suerte que los lleve al estrellato.

Creen que pueden lograr todo esto gracias al ejemplo de algunos personajes a quienes les ha ido muy bien cantando, tomando fotografías o haciendo videos en YouTube.

¿Estamos ante una nueva generación que busca más la fama que la pasión?

No sé si esto llegue a tal punto.

Lo que sí sé, es que, gran parte de la responsabilidad por esta situación recae en los padres y familiares de los niños y adolescentes.

¿Por qué los padres no muestran a sus hijos el valor que reside en la capacidad de ser diferente?

Las nuevas tecnologías permiten que un mensaje pueda ser rápidamente difundido, por eso mismo, muchos jóvenes se ven fácilmente expuestos a este tipo de información, y rápidamente son arrastrados por las corrientes y las tendencias.

Los padres de familia dejaron la crianza de sus hijos a la Internet, tal vez ahí reside el problema.

Sería bueno que de una u otra forma, cada quien encuentre una forma de ser y expresarse ante el mundo, inspirado en otros, pero sin necesidad de copiar a nadie ni aparentar lo que no es. Clic para tuitear

Sería bueno que de una u otra forma, cada quien encuentre una forma de ser y expresarse ante el mundo, inspirado en otros, pero sin necesidad de copiar a nadie ni aparentar lo que no es.

Aunque pensándolo bien, este no es solo un tema de las nuevas generaciones.

Este es un proceso que ha venido afectando a gran parte de la humanidad hiperconectada de hoy.

Por ejemplo, muchas mujeres comprando el mismo sostén que tiene Kim Kardashian porque ella lo recomendó.

O cientos de miles de hombres haciendo el mismo gesto que uno de sus ídolos del deporte hizo en una celebración.

Copiamos, copiamos y copiamos más.

Hoy en día tenemos más opciones que nunca de ser únicos, de vestirnos cómo se nos antoje, de crear una vida dedicados a la pasión que nos mueve.

Pero elegimos el camino fácil, el camino de fingir ser lo que no somos.

El camino fácil de copiar formas de ser que a otros les han dado frutos, pero que, probablemente a nosotros, no nos den el mismo resultado.

¿Qué tal si por un día dejamos de fingir?

¿Qué tal si por un día dejamos de llevarnos por la corriente?

¿Qué tal si comenzamos a enseñarle a nuestros niños y adolescentes que está bien el ser diferente?

¿Qué tal si dejamos de fingir el pretender estar bien a cada instante?

No podemos exigir lo que no damos, así que es hora de dar el siguiente paso.

Por ello hoy te pregunto.

¿Qué tanto muestras al mundo lo que eres?

¿Qué tanto haces todos los días por mostrarte sin máscaras?

¿Realmente crees que no tienes ninguna máscara?

¿Realmente crees que no te dejas influenciar por lo que otros hacen y lo que ocurre a tu alrededor?

Este ejemplo de los jóvenes que rapean y toman fotografías lo traje porque, en últimas, casi siempre, terminamos siendo lo que otros nos enseñan a ser y parecer.

Porque no solo se trata de los pelaos copiando estilos a la hora de vestir o comportarse.

Se trata también de los adultos que vamos por ahí todos los días, copiando la forma de ser de los demás.

Con el auge de las redes sociales pareciera que tener una vida feliz y ostentosa es lo que todos deberíamos hacer. Puras patrañas. Clic para tuitear

Con el auge de las redes sociales pareciera que tener una vida feliz y ostentosa es lo que todos deberíamos hacer. Puras patrañas.

Olvidamos que ese es simplemente un modelo que le ha funcionado a unos pocos, pero esa no es la realidad.

Olvidamos que no solo hay que “sonreír” para salir en la foto de Instagram, sino, el buscar realmente qué es lo que nos da la felicidad.

Olvidamos que nuestros sueños tal vez están lejos de pretender tener el carro del año, el viaje a Japón o los zapatos de moda.

Tal vez hace rato olvidaste lo que realmente quieres para tu vida, todo, por estar siguiendo la corriente de lo que hacen los demás.

No temas expresarte como eres, deja de temer el no estar de acuerdo, deja el temor a pensar diferente.

No tienes porqué ser como los demás para ser aceptado.

No hay nada más bello que la autenticidad.

Nos leemos muy pronto.

Alejandro Pérez
@CangrejoPerez

Sígueme en redes sociales:

Instagram
Twitter
Facebook

Conoce aquí y suscríbete a mi canal de YouTube


Comparte este post con tus amigos

2 comentarios en «La autenticidad está en vía de extinción»

Deja un comentario